La Teoría Cuántica es una teoría netamente
probabilista: describe la probabilidad de que un suceso dado acontezca en un
momento determinado, sin especificar cuándo ocurrirá. A diferencia de lo que
ocurre en la Física Clásica, en la Teoría Cuántica la probabilidad posee un
valor objetivo esencial, y no se halla supeditada al estado de conocimiento del
sujeto, sino que, en cierto modo, lo determina.
La Teoría
Cuántica es uno de los pilares fundamentales de la Física actual. Se trata de
una teoría que reúne un formalismo matemático y conceptual, y recoge un
conjunto de nuevas ideas introducidas a lo largo del primer tercio del siglo
XX, para dar explicación a procesos cuya comprensión se hallaba en conflicto
con las concepciones físicas vigentes.
Las ideas que sustentan la Teoría Cuántica surgieron como alternativa al tratar
de explicar el comportamiento de sistemas en los que el aparato conceptual de
la Física Clásica se mostraba insuficiente. Es decir, una serie de
observaciones empíricas cuya explicación no era abordable a través de los
métodos existentes, propició la aparición de las nuevas ideas.
Hay que destacar el fuerte enfrentamiento que surgió entre las ideas de la
Física Cuántica, y aquéllas válidas hasta entonces, digamos de la Física
Clásica. Lo cual se agudiza aún más si se tiene en cuenta el notable éxito
experimental que éstas habían mostrado a lo largo del siglo XIX, apoyándose
básicamente en la mecánica de Newton y la teoría electromagnética de Maxwell (1865).
“Dos nubecillas”
William Thompson
Era tal el grado de satisfacción de la comunidad científica que algunos
físicos, entre ellos uno de los más ilustres del siglo XIX, William Thompson
(Lord Kelvin), llegó a afirmar:
Hoy día la Física forma, esencialmente, un conjunto perfectamente armonioso,
¡un conjunto prácticamente acabado! ... Aun quedan “dos nubecillas” que
oscurecen el esplendor de este conjunto. La primera es el resultado negativo
del experimento de Michelson-Morley. La segunda, las profundas discrepancias
entre la experiencia y la Ley de Rayleigh-Jeans.
La disipación de la primera de esas “dos nubecillas” condujo a la creación de
la Teoría Especial de la Relatividad por Einstein (1905), es decir,
al hundimiento de los conceptos absolutos de espacio y tiempo, propios de la
mecánica de Newton, y a la introducción del “relativismo” en la descripción
física de la realidad. La segunda “nubecilla” descargó la tormenta de las
primeras ideas cuánticas, debidas al físico alemán Max Planck (1900).
El origen de la Teoría Cuántica
Un fenómeno físico denominado radiación del cuerpo negro, es decir, el proceso que describe la interacción
entre la materia y la radiación, el modo en que la materia intercambia energía,
emitiéndola o absorbiéndola, con una fuente de radiación. Pero además de la Ley
de Rayleigh-Jeans había otra ley, la Ley de Wien (1893), que pretendía también
explicar el mismo fenómeno.
Max Planck
En 1900, Max Planck puso la primera piedra del edificio de la Teoría Cuántica.
Postuló una ley (la Ley de Planck que
explicaba de manera unificada la radiación del cuerpo negro, a través de todo
el espectro de frecuencias.
La hipótesis de Planck
¿Qué aportaba la ley de Planck que no se hallase ya implícito en las leyes de Wien
y de Rayleigh-Jeans? Un ingrediente tan importante como novedoso. Tanto que es
el responsable de la primera gran crisis provocada por la Teoría Cuántica sobre
el marco conceptual de la Física Clásica. Ésta suponía que el intercambio de
energía entre la radiación y la materia ocurría a través de un proceso
continuo, es decir, una radiación de frecuencia f podía ceder cualquier
cantidad de energía al ser absorbida por la materia.
Lo que postuló Planck al introducir su ley es que la única manera de obtener
una fórmula experimentalmente correcta exigía la novedosa y atrevida suposición
de que dicho intercambio de energía debía suceder de una manera discontinua, es
decir, a través de la emisión y absorción de cantidades discretas de energía,
que hoy denominamos “quantums” de radiación. La cantidad de energía E propia de
un quantum de radiación de frecuencia f se obtiene mediante la relación de
Planck: E = h x f, siendo h la constante universal de Planck = 6’62 x 10 (expo-34) (unidades de “acción”).
La hipótesis de Planck quedó confirmada experimentalmente, no sólo en el
proceso de radiación del cuerpo negro, a raíz de cuya explicación surgió, sino
también en las explicaciones del efecto fotoeléctrico, debida a Einstein (1905), y del
efecto Compton, debida a Arthur Compton (1923).
Marco de aplicación de la Teoría Cuántica
El marco de aplicación de la Teoría Cuántica se limita, casi exclusivamente, a
los niveles atómico, subatómico y nuclear, donde resulta totalmente
imprescindible. Pero también lo es en otros ámbitos, como la electrónica (en el
diseño de transistores, microprocesadores y todo tipo de componentes
electrónicos), en la física de nuevos materiales, (semiconductores y
superconductores), en la física de altas energías, en el diseño de
instrumentación médica (láseres, tomógrafos, etc.), en la criptografía y la
computación cuánticas, y en la Cosmología teórica del Universo temprano. De
manera que la Teoría Cuántica se extiende con éxito a contextos muy diferentes,
lo que refuerza su validez.
Breve
cronología de la Teoría Cuántica
1900. “Hipótesis cuántica de Planck” (Premio Nobel de Física, 1918).
Carácter corpuscular de la radiación.
1905. Einstein (Premio Nobel de Física, 1921) explica el “efecto
fotoeléctrico” aplicando la hipótesis de Planck.
1911. Experimentos de Rutherford, que establecen el modelo planetario átomo, con núcleo (protones) y órbitas externas
(electrones).
1913. Modelo atómico de Niels Bohr (Premio Nobel de Física, 1922).
Tiene en cuenta los resultados de Rutherford, pero añade además la hipótesis
cuántica de Planck. Una característica esencial del modelo de Bohr es que los
electrones pueden ocupar sólo un conjunto discontinuo de órbitas y niveles de
energía.
1923. Arthrur Comptom (Premio Nobel de Física, 1927) presenta una nueva
verificación de la hipótesis de Planck, a través de la explicación del efecto
que lleva su nombre.
1924. Hipótesis de De Broglie (Premio Nobel de Física, 1929).
Asocia a cada partícula material una onda, de manera complementaria a cómo la
hipótesis de Planck dota de propiedades corpusculares a la radiación.
1925. Werner Heisenberg (Premio Nobel de Física, 1932) plantea un
formalismo matemático que permite calcular las magnitudes experimentales
asociadas a los estados cuánticos.
1926. Erwin Schrödinger (Premio Nobel de Física, 1933) plantea la
ecuación ondulatoria cuyas soluciones son las ondas postuladas teóricamente por
De Broglie en 1924.
1927. V Congreso Solvay de Física, dedicado al tema “Electrones y
fotones”. En él se produce el debate entre Einstein y Bohr, como defensores de
posturas antagónicas, sobre los problemas interpretativos que plantea la Teoría
Cuántica.
1928. Experimentos de difracción de partículas (electrones) que
confirman la hipótesis de de Broglie, referente a las propiedades ondulatorias
asociadas a las partículas. El fenómeno de difracción es propio de las ondas.
1932. Aparición del trabajo de fundamentación de la Teoría Cuántica
elaborado por el matemático Jon von Neumann.
Albert Einstein
La probabilidad en la Teoría Cuántica
La Teoría Cuántica es una teoría netamente probabilista. Nos habla de la
probabilidad de que un suceso dado acontezca en un momento determinado, no de
cuándo ocurrirá ciertamente el suceso en cuestión. La importancia de la
probabilidad dentro de su formalismo supuso el punto principal de conflicto
entre Einstein y Bohr en el V Congreso Solvay de Física de 1927.
Einstein argumentaba que la fuerte presencia de la probabilidad en la Teoría
Cuántica hacía de ella una teoría incompleta reemplazable por una hipotética
teoría mejor, carente de predicciones probabilistas, y por lo tanto determinista. Acuñó
esta opinión en su ya famosa frase, “Dios no juega a los dados con el
Universo”.
La postura de Einstein se basa en que el papel asignado a la probabilidad en la
Teoría Cuántica es muy distinto del que desempeña en la Física Clásica. En
ésta, la probabilidad se considera como una medida de la ignorancia del sujeto,
por falta de información, sobre algunas propiedades del sistema sometido a
estudio. Podríamos hablar, entonces, de un valor subjetivo de la probabilidad.
Pero en la Teoría Cuántica la probabilidad posee un valor objetivo esencial, y
no se halla supeditada al estado de conocimiento del sujeto, sino que, en
cierto modo, lo determina.
En opinión de Einstein, habría que completar la Teoría Cuántica introduciendo
en su formalismo un conjunto adicional de elementos de realidad (a los que se
denominó “variables ocultas”), supuestamente obviados por la teoría, que al ser
tenidos en cuenta aportarían la información faltante que convertiría sus
predicciones probabilistas en predicciones deterministas.
Max Planck y Albert Einstein
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